Seaglider, el robot submarino perdido en 2022, por fin encontrado: datos impactantes revelan el devastador efecto de las corrientes cálidas junto a los glaciares

25 diciembre, 2025

En el remoto Océano Antártico, un glider autónomo regresó de una misión que parecía perdida con un tesoro de datos. Su nombre es Seaglider, un robot diseñado para explorar bajo condiciones extremas y descifrar los procesos ocultos entre hielo y océano. Tras meses de deriva involuntaria, el aparato fue hallado con registros continuos de una precisión sorprendente. Esos registros muestran cómo lenguas de agua cálida se introducen bajo plataformas de hielo y aceleran la fusión basal. El relato combina azar, tecnología y una señal climática tan silenciosa como alarmante.

Una desaparición que transformó la misión

El robot dejó de transmitir en sus primeras salidas, víctima de un mar hostil y de un hielo imprevisible y móvil. La recuperación tardía reveló una crónica oceánica de alto valor científico y un mapa térmico cerca de los glaciares. En lugar de un vacío, el equipo recibió una secuencia densa de perfiles de temperatura, salinidad y velocidad de corrientes. Cada inmersión añadió piezas al rompecabezas de la interacción hielo–océano en latitudes polares.

“Crees que todo está bajo control, pero las condiciones extremas pueden descarrilar tus planes en un instante”, resume un oceanógrafo que participó en la campaña, subrayando la dificultad de las operaciones autónomas. La deriva del glider lo llevó a cruzar chorros cálidos y zonas de mezcla intensa que rara vez están al alcance de buques de investigación.

Qué revelan las mediciones: la ofensiva de aguas cálidas

Las series muestran anomalías térmicas por encima de lo previsto, con intrusiones de agua relativamente cálida hasta la base de plataformas de hielo flotantes. Ese calor adicional erosiona canales, debilita anclajes y acelera el retroceso de líneas de empotramiento. Los chorros se canalizan por la topografía subglacial, siguiendo corredores que actúan como autopistas para el calor. La marea modula el pulso térmico, abriendo ventanas de ablación que multiplican el derretimiento local. El estudio publicado en Science Advances (doi: 10.1126/sciadv.ado6429) apunta a una vulnerabilidad subestimada en los márgenes de la Antártida occidental. Lejos de ser un proceso uniforme, la fusión basal es heterogénea y se concentra en interfaces críticas y fisuras estructurales.

  • Anomalías de temperatura persistentes fueron claramente detectadas y superan los valores medios esperados.
  • Chorros cálidos, estrechos pero profundos, se alinean con canales batimétricos.
  • La fusión basal resulta muy variable, con focos en umbrales y líneas de apoyo.
  • La interacción marea–viento intensifica el mezclado, favoreciendo el acceso del calor a la hielera.

Impactos globales y urgentes

Si la fusión basal prosigue, el nivel del mar se elevará más rápido de lo previsto. Ciudades litorales como Nueva York o Tokio afrontarán mayores riesgos de inundación, daños y desplazamientos. Aumentarán los costes de adaptación de infraestructuras costeras, al tiempo que se reconfiguran mapas de seguros y vulnerabilidad social. Los ecosistemas marinos sufrirán alteraciones de hábitat frío, con presión sobre especies vinculadas al kril y sobre redes tróficas. Cambios en la disponibilidad de recursos pueden tensar la pesca y amplificar disputas geopolíticas. Además, la Antártida deja de ser una fortaleza aislada y se conecta a la maquinaria climática global. Variaciones en los intercambios de calor hielo–océano repercuten en corrientes profundas y patrones de circulación de gran escala.

Tecnología polar y próximos pasos

El retorno del glider confirma que la robótica es esencial donde el ser humano apenas puede acceder. Plataformas autónomas soportan mares hostiles y reúnen series largas, imprescindibles para modelos climáticos. La combinación de sensores miniaturizados y navegación inteligente abre una ventana a procesos invisibles pero decisivos. Las próximas campañas desplegarán más gliders, anclajes instrumentados y apoyo aéreo para cubrir zonas remotas. Se priorizará medir temperatura, salinidad, flujos de calor y turbulencia muy cerca de los frentes de hielo. Nuevos sensores acústicos y electroquímicos precisarán los intercambios en interfaces y zonas de cizalla. Persisten límites de financiación y logística, pero cada serie coherente mejora la predicción y guía políticas de adaptación con horizonte realista.

La lección de esta odisea tecnológica es doble y clara. Por un lado, el azar operativo puede brindar evidencia única, si existe resiliencia técnica y paciencia científica. Por otro, los resultados obligan a acelerar la vigilancia y a integrar estas señales en decisiones sobre costas y sociedad. En el murmullo de los chorros cálidos se oye el anticipo de un océano más alto, y el deber de actuar con rigor, cooperación y urgencia.

John de Zimbalam

Camila Torres

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Soy periodista y redactora en Diario22.ar, apasionada por las historias que conectan la actualidad con la gente. Me formé en comunicación social en Buenos Aires y desde entonces busco darle voz a lo cotidiano, con una mirada curiosa y humana. Creo que el periodismo no solo informa: también inspira y transforma.

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