Increíble hallazgo en la Antártida: descubren criaturas parecidas a langostas a 1.500 pies bajo el hielo

17 noviembre, 2025

Un hallazgo que desconcierta a la ciencia

Bajo una cúpula de hielo milenario, un equipo de científicos británicos tropezó con una sorpresa que nadie esperaba. A 1.500 pies de profundidad, la cámara reveló enjambres de diminutos crustáceos, con aspecto de pequeñas langostas, moviéndose con energía en una oscuridad absoluta. Lo que parecía un desierto helado resultó ser un refugio de vida más complejo de lo que las hipótesis predominantes admitían.

El acceso se logró mediante una perforación con agua caliente en la plataforma Filchner-Ronne, atravesando unos 460 metros de hielo compacto. Al descender, la lente captó anfípodos que nadaban alrededor con movimientos rápidos, como si hubieran entrenado toda su evolución para esa negrura gélida. El termómetro marcaba –2 °C, una temperatura que no impide la vida marina por la salinidad y la presión del océano.

Un ecosistema oculto bajo kilómetros de hielo

En ese ambiente sin luz, los animales medían entre 3 y 6 centímetros, con tonalidades pálidas y cuerpos segmentados adecuados para maniobrar entre grietas. Su comportamiento sugiere una adaptación fina: desplazamientos cortos, pausas frecuentes y orientaciones que parecen responder a corrientes sutiles. La ausencia de depredadores visibles indica una cadena trófica simple pero suficiente para sostener poblaciones considerables.

Los investigadores barajan dos fuentes de alimento. Por un lado, el arrastre de nutrientes desde aguas abiertas a través de canales subglaciales, una suerte de carretera invisible de partículas orgánicas. Por otro, la liberación de materia atrapada en el hielo durante siglos o milenios, que podría reciclarse lentamente y mantener la biomasa local.

“Esperábamos encontrar quizá solo bacterias, pero no auténticos enjambres de crustáceos; este descubrimiento reescribe nuestro mapa mental de la vida bajo el hielo”, señaló Huw Griffiths, del British Antarctic Survey.

Un cambio de paradigma para la biología polar

Durante décadas se asumió que, bajo las plataformas de hielo, la vida pluricelular era escasa o directamente marginal. El hallazgo de anfípodos en pleno entorno subglacial desbarata ese guion y abre líneas de investigación con implicaciones globales. La Antártida deja de ser un mapa de silencios para convertirse en un laboratorio natural donde la resiliencia biológica se manifiesta sin adornos.

  • La vida puede prosperar con muy poca energía disponible si los flujos de nutrientes son constantes.
  • Las corrientes subglaciales podrían ser más dinámicas y ricas de lo que se creía, conectando hábitats aislados.
  • La biodiversidad antártica es más amplia y, sobre todo, más desconocida de lo que sugieren los catálogos actuales.
  • Existen paralelismos plausibles con lunas heladas como Europa o Encélado, donde océanos subterráneos podrían albergar vida.

Este conjunto de ideas impulsa una revisión de protocolos, desde cómo perforar sin contaminar hasta cómo diseñar sensores que registren señales mínimas de actividad biológica. La ciencia polar entra en una fase de prudencia y audacia a partes iguales, con equipos interdisciplinarios ampliando el foco.

Qué sabemos, y lo que falta por saber, de estos crustáceos

Los anfípodos son crustáceos sin caparazón duro, emparentados con camarones y cochinillas marinas. Su fisiología sugiere un metabolismo de bajo consumo, ideal para la penumbra nutritiva del subsuelo antártico. La pigmentación reducida y los ojos poco desarrollados encajan con una vida en oscuridad permanente.

Aún faltan capturas de especímenes vivos para perfilar taxonomía y genética, así como pruebas de dieta mediante isótopos estables o trazadores fluorescentes. Los vídeos y el muestreo de agua ya ofrecen abundante información, pero el siguiente salto requerirá trineos robóticos y drones submarinos capaces de recolectar sin alterar el microhábitat.

Ecos de astrobiología: aprender de mundos helados

Si animales multicelulares perseveran bajo 450 metros de hielo, las probabilidades de vida en mundos similares crecen de forma tangible. Europa (Júpiter) y Encélado (Saturno) poseen océanos ocultos que podrían reciclar nutrientes mediante interacciones entre roca y agua. El escenario antártico ofrece un análogo natural para probar instrumentos y estrategias de detección.

Para la astrobiología, este entorno es un banco de pruebas que combina frío extremo, ausencia de luz y recursos limitados, tres ingredientes clave en la búsqueda de lo vivo más allá de la Tierra. Cada perforación en la Antártida es, en cierto modo, un ensayo general para perforar un día el hielo de otra luna.

Próximos pasos en una frontera por explorar

Los siguientes proyectos priorizan nuevas perforaciones en áreas distantes de Filchner-Ronne, con el fin de trazar un mapa de continuidad ecológica. La gran pregunta es si se trata de un oasis aislado o de un ecosistema extendido a lo largo de cientos de kilómetros. Entender esa distribución permitirá cuantificar flujos de carbono y estimar su relevancia global.

También se afina la bioseguridad para evitar contaminaciones que distorsionen los resultados y pongan en riesgo un nicho tan frágil. Con mejores cámaras, muestreadores sellados y protocolos más estrictos, la ciencia aspira a escuchar, con respeto y paciencia, lo que la vida subglacial lleva millones de años susurrando. La Antártida, una vez vista como borde del mundo, se revela ahora como un centro de preguntas que solo el trabajo paciente y colaborativo podrá responder.

Camila Torres

Camila Torres

Soy periodista y redactora en Diario22.ar, apasionada por las historias que conectan la actualidad con la gente. Me formé en comunicación social en Buenos Aires y desde entonces busco darle voz a lo cotidiano, con una mirada curiosa y humana. Creo que el periodismo no solo informa: también inspira y transforma.

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