El hallazgo a 2.566 metros de las Fuerzas Armadas francesas rompe récords y marcará para siempre la historia de la arqueología

28 diciembre, 2025

Un hallazgo a 2.567 metros que redefine la arqueología

La Marina francesa ha revelado un descubrimiento a 2.567 metros de profundidad, equivalentes a 8.421 pies, que rompe un récord nacional y sorprende al mundo. En el abismo frente a Saint-Tropez, un buque mercante del siglo XVI yace en un estado de conservación extraordinario. Para los especialistas del DRASSM, el yacimiento, bautizado provisionalmente como “Camarat 4”, abre una nueva era para la arqueología subacuática.

“Es como una cápsula del tiempo en silencio absoluto”, resumió un miembro del equipo científico tras las primeras imágenes del pecio. La profundidad extrema, con temperaturas casi gélidas y corrientes débiles, ha creado un entorno de preservación natural. Este contexto convierte al hallazgo en el segundo pecio más profundo documentado a nivel mundial.

Un mercante renacentista casi intacto

El barco, de unos 30 metros de eslora, se percibe “congelado” en la penumbra mediterránea. La ausencia de xilófagos marinos y la baja oxigenación han protegido su estructura de forma sobresaliente. Cada detalle sugiere una nave preparada para largas rutas, cargada de bienes y esperanzas de la economía del Renacimiento.

No obstante, la modernidad ha llegado incluso aquí: botellas de plástico, redes de pesca y latas aparecen dispersas alrededor. Esta contaminación, aunque lamentable, no ha mermado el valor científico del sitio. Más bien recuerda la escala planetaria del problema de los residuos.

La carga que cuenta la historia del Mediterráneo

Dentro del pecio, los arqueólogos han identificado casi 200 jarras cerámicas decoradas con motivos florales, cruces y el monograma “IHS”. Estas piezas revelan la espiritualidad cotidiana de marinos y comerciantes de la época. El repertorio ornamental suma claves sobre talleres, rutas y mercados mediterráneos del siglo XVI.

El barco también transportaba barras de hierro envueltas en fibras vegetales para protegerlas de la humedad. En su tiempo, el hierro era un material estratégico, comparable al litio de hoy por su función en herramientas, armas y construcción. La presencia de una ancla completa, una pieza de artillería y vajilla diversifica aún más el relato material.

  • Jarras cerámicas decoradas: unas 200 unidades
  • Barras de hierro: múltiples lotes envueltos en fibra
  • Un cañón de bordo: defensa y disuasión
  • Un ancla completa: evidencia de maniobra y fondeo
  • Vajilla de mesa: vida diaria a bordo

Tecnología de vanguardia al servicio del pasado

El éxito se debe a la sinergia entre el DRASSM y la Marina francesa, apoyada por vehículos operados remotamente. Estas plataformas van equipadas con cámaras 4K, mapeo 3D y brazos robóticos articulados para recuperar objetos con precisión milimétrica. La combinación de luz, óptica y control remoto reduce al mínimo la alteración del yacimiento.

Tras la extracción, cada pieza pasa a laboratorios de conservación donde se estabiliza su química y se documenta al detalle. Se generan modelos tridimensionales para futuras investigaciones y se archivan fotografías de alta resolución. Este flujo de trabajo asegura que el valor científico se multiplique con el tiempo.

Un récord francés con eco global

Aunque “Camarat 4” marca un récord nacional, la profundidad absoluta sigue en manos del USS Samuel B. Roberts, localizado a 6.895 metros en el Mar de Filipinas. Ese destructor estadounidense, hundido en 1944, fue hallado en 2022 mediante un sumergible de exploración privada. La comparación enmarca el alcance de la gesta francesa en un contexto internacional exigente.

Importa subrayar que la medida del éxito no es solo la profundidad, sino la información que la arqueología puede extraer. En este caso, la calidad de la conservación y la riqueza del conjunto superan expectativas. Las rutas comerciales renacentistas emergen con un detalle raramente visto.

Lecciones de comercio, fe y vida marítima

Las jarras con “IHS” conectan lo devocional con lo económico en una época de expansión mediterránea. La presencia de hierro habla de cadenas de suministro robustas y de su centralidad en la innovación tecnológica. La vajilla y los objetos cotidianos acercan la vida a bordo a una escala humana tangible.

Este mosaico material permite cartografiar redes de intercambio entre puertos italianos, franceses y ibéricos. Asimismo, contribuye a revisar las trayectorias de mercancías y los gustos estéticos de las tripulaciones. El barco se convierte en un archivo que relaciona arte, fe y comercio.

El mar profundo como archivo de la humanidad

Las condiciones extremas del fondo marino funcionan como un “refrigerador” que retrasa la degradación de materiales orgánicos e inorgánicos. Al mismo tiempo, obliga a usar metodologías muy precisas para no perturbar contextos frágiles. Cada gesto del brazo robótico se planifica con antelación quirúrgica.

En paralelo, los equipos monitorean riesgos geológicos como vulcanismo submarino o enjambres sísmicos. Estas variables condicionan ventanas de trabajo y estrategias de intervención. La seguridad de los operadores y la integridad del sitio son prioridades incuestionables.

Ciencia abierta y futuras investigaciones

El registro digital en 3D y los catálogos abiertos facilitan colaboraciones internacionales. Historiadores del arte, metalurgistas y geoarqueólogos encuentran aquí un laboratorio común. El objetivo es cruzar datos materiales con fuentes de archivo para reconstruir rutas y agentes.

A medio plazo, se prevén exposiciones que acerquen al público el valor de este hallazgo sin poner en riesgo el contexto. Las réplicas impresas en 3D y las visualizaciones inmersivas permitirán una experiencia didáctica. Así, el pecio dialogará con las ciudades costeras que le dieron sentido.

Un antes y un después en la arqueología subacuática

El caso “Camarat 4” prueba que el Mediterráneo guarda aún capas enteras de historia por descubrir. La combinación de tecnología, cooperación institucional y rigor científico amplía nuestro horizonte. Cada objeto recuperado añade una pieza al rompecabezas de la Memoria marítima europea.

En definitiva, este récord francés no es solo una cifra: es una promesa de conocimiento y una llamada a proteger los mares. Porque el océano, con su silencio profundo, conserva las huellas que completan nuestra historia compartida. Y hoy, a 2.567 metros, ese pasado vuelve a hablar.

Camila Torres

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Soy periodista y redactora en Diario22.ar, apasionada por las historias que conectan la actualidad con la gente. Me formé en comunicación social en Buenos Aires y desde entonces busco darle voz a lo cotidiano, con una mirada curiosa y humana. Creo que el periodismo no solo informa: también inspira y transforma.

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