Increíble y conmovedor: gastó 400 € en pruebas y descubrió que su perrito cojeaba por pura imitación

26 noviembre, 2025

Lo que empezó como una preocupación terminó convirtiéndose en una historia tan insólita como tierna.
Russell Jones, un hombre de Londres, se dio cuenta de que su perrito Bill, un lebrel galgo rescatado, empezó a cojear de repente.
Asustado por la posibilidad de una fractura o enfermedad, hizo lo que cualquier dueño responsable haría: lo llevó al veterinario.
Pero lo que descubrió días después lo dejó sin palabras… y con lágrimas en los ojos.

Una preocupación que se volvió desesperación

Russell observó que Bill caminaba con dificultad desde hacía varios días.
Su pata delantera parecía rígida, y el pequeño gemía al apoyar el peso.
Preocupado, lo llevó al veterinario, quien ordenó una batería completa de análisis: radiografías, ecografías y exámenes físicos.

El coste total ascendió a más de 400 €, pero Russell no dudó ni un segundo. “Era mi mejor amigo — tenía que saber qué le pasaba”, contó después en una entrevista.

Sin embargo, los resultados sorprendieron a todos: Bill no tenía absolutamente nada.

El momento del descubrimiento

Días después, mientras esperaba una segunda opinión, Russell salió a pasear con su esposa.
En un momento del recorrido, ella le señaló algo curioso: cada vez que Russell cojeaba — porque él mismo tenía la pierna enyesada tras una fractura — el perro hacía lo mismo, exactamente del mismo lado y al mismo ritmo.

El veterinario, al ver un vídeo grabado por la familia, confirmó la increíble hipótesis: Bill estaba imitando a su dueño.
No por burla ni costumbre, sino por empatía.

Los perros son capaces de reflejar nuestras emociones y comportamientos de una forma asombrosa.
Cuando un vínculo es tan fuerte, llegan a imitar incluso el dolor físico.

Dr. Matthew Lang, etólogo canino británico

El vínculo invisible entre humanos y animales

Los expertos explican que muchos animales, especialmente los perros, desarrollan lo que se llama conducta empática refleja.
Se trata de un mecanismo inconsciente que los lleva a copiar gestos, emociones y actitudes de las personas con las que tienen un fuerte lazo afectivo.

En el caso de Bill, el perro vio a su dueño moverse con dificultad y decidió imitarlo como una forma de mostrar apoyo y conexión emocional.
Los animales no entienden las palabras, pero sí perciben el sufrimiento, la ansiedad y la tristeza en el tono de voz, el ritmo de respiración o el movimiento.

Una historia que conmovió al mundo

Cuando Russell compartió el vídeo en Facebook — mostrando cómo su perro cojeaba junto a él — las imágenes se volvieron virales en cuestión de horas.
Miles de usuarios reaccionaron con ternura y admiración ante la increíble empatía del animal.
El vídeo fue compartido por más de 2 millones de personas, y generó una ola de mensajes de amor y solidaridad hacia ambos.

La escena mostraba algo simple, pero profundamente humano: un hombre y su perro caminando lado a lado, los dos cojeando, los dos sonriendo.

Los perros realmente sienten con nosotros

Científicos de distintas universidades han confirmado en los últimos años lo que los dueños ya intuían: los perros pueden sentir y reflejar las emociones humanas.
Cuando su dueño está triste, su ritmo cardíaco cambia. Cuando perciben dolor o estrés, segregan cortisol y modifican su comportamiento.

Y lo más asombroso: algunos incluso desarrollan dolencias psicosomáticas para reflejar lo que su humano padece.

Entre los comportamientos más comunes se encuentran:

  • Imitar la postura o la forma de caminar del dueño.
  • Comer o dormir menos cuando perciben ansiedad.
  • Ladrar o gemir más cuando su humano está enfermo.
  • Buscar contacto físico constante en momentos de tristeza.

Todo esto demuestra que los perros no solo nos acompañan: nos leen, nos sienten y, a veces, nos reflejan.

Más que un perro, un espejo emocional

Russell, con humor, contó después que “cada euro gastado valió la pena solo por descubrir cuánto me quiere”.
Hoy ambos están completamente recuperados, y el vídeo sigue circulando como ejemplo del amor incondicional que puede existir entre humanos y animales.

No me dolió haber pagado por las pruebas.
Me dolió saber que mi perro sufría solo porque me veía sufrir a mí.

Russell Jones

Esta historia, simple pero poderosa, recuerda algo esencial: la empatía no es solo humana.
A veces, el amor verdadero camina a nuestro lado sobre cuatro patas — cojeando si hace falta, solo para acompañarnos un poco más despacio.

Camila Torres

Camila Torres

Soy periodista y redactora en Diario22.ar, apasionada por las historias que conectan la actualidad con la gente. Me formé en comunicación social en Buenos Aires y desde entonces busco darle voz a lo cotidiano, con una mirada curiosa y humana. Creo que el periodismo no solo informa: también inspira y transforma.

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