Marcelo rememora los primeros años de su relación profesional con Judith, cuando él tenía 23 años y ella ya era una figura consolidada en los medios. "La conocí cuando tenía 23 años. Ella tenía casi 20 años más que yo, y me tocó hacerle un casting", recuerda, destacando cómo, a pesar de la diferencia de edad, Judit decidió quedarse y comenzar a trabajar con él. "Decidió quedarse, porque no era un pibe el que le hacía el casting", menciona, refiriéndose a cómo esa decisión marcó el inicio de su vínculo profesional.
A pesar de la enfermedad que enfrentaba, Judith nunca permitió que su vulnerabilidad se mostrara al mundo. "Ella no quería que se sepa mucho. Ella disfrutaba que la vieran fuerte y decía que no estaba para dar lástima a nadie", menciona Marcelo, quien revela que días antes de su fallecimiento, Judith le había expresado que se sentía bien. "Me dijo, 'estoy bien Marce, estoy con ganas, el doctor me vio bien'", agregó, destacando su actitud positiva ante la adversidad.
El legado de Judith Almada no solo se forjó en su impresionante carrera, sino también en su capacidad para conectar con la audiencia. "Pocas voces y pocas locutoras tienen el oficio de que la sentase en una silla y es capaz de hablarte dos, tres horas y de generar empatía con el oyente", afirma Marcelo.
Hoy, su recuerdo sigue vivo en cada rincón de la comunicación chaqueña, y su legado de lealtad, fortaleza y cariño perdurará siempre.
"Si me tocaba ir a la luna, ella iba a ir a la luna indudablemente", expresó Marcelo, destacando la lealtad de Judith. Su fidelidad, tanto en lo profesional como en lo personal, es lo que la hizo una amiga irremplazable.
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