Los romanos e incluso los griegos apreciaban ya sus virtudes y su sabor. Los árabes en el siglo XI contaban con tratados que explicaban cómo plantar lechugas, e Isabel de Farnesio, casada con Felipe V, las usaba rellenas como guarnición en sus banquetes.
Parece que se cultivó por primera vez en la India, pero es un tema controvertido. Hoy se cultiva en la mayoría de países, resistiendo mejor las altas temperaturas que las bajas. El consumo per cápita en la Argentina ronda los 20 kg. Aproximadamente.
Algunos de los tipos de lechuga más comunes son:
Romana: la "lechuga de toda la vida", muy económica pero también de las más nutritivas. Es fácilmente reconocible por sus hojas alargadas y su gran nervio central.
Escarola: por su sabor amargo y su textura gruesa, esta lechuga rizada es ideal para aportar cuerpo a una ensalada.
Hoja de roble: sus características hojas de color marrón rojizo son más suaves y crujientes; es ideal para combinarla con otros tipos de lechuga.
Iceberg: aunque esta variedad redonda es también muy frecuente, se trata de una de las lechugas menos nutritivas.
Composición:
Aporta apenas 18 calorías por 100 g de parte comestible y contiene: agua (94%), celulosa (0,6%), glúcidos (3%), lípidos (0,2%) y prótidos (1%). Posee también potasio, calcio, fósforo y magnesio, así como oligoelementos (cobre, manganeso, cinc, etc.). También es rica en vitaminas A, B, C y E.
Propiedades:
-Las lechugas han sido y son utilizadas en infusión como un ansiolitico moderado que facilita el dormir. Sin embargo en la remota Antiguedad (Egipto) se rendía culto a las deidades de la libido ofrendándoles plantas de lechuga. Esto parecía paradójico hasta que en el 2006 se descubrió que una dosis moderada de los alcaloides presentes en la lechuga tiene efectos ligeramente afrodisiacos, mientras que una elevada actúa a la inversa, como ansiolítico
-Posee lactucarium, una sustancia que actúa sobre el sistema nervioso, la cual confiere propiedades relajantes y favorecedoras del sueño. Además, tiene poder saciante.
-La lechuga es un alimento alcalinizante, refrescante, remineralizante.
-Posee una acción aperitiva, estimulando las glándulas digestivas, así como una suave actividad laxante por su contenido en fibra. Debido a que drena el hígado, ejerce una acción depurativa general del organismo. También tiene propiedades diuréticas.
-También posee propiedades hipoglucemiantes (reduce el azúcar en sangre), lo que hace aconsejable su consumo por los diabéticos.
-Como es rica en betacarotenos, contribuye a la prevención del cáncer, especialmente de colon y pulmón.
-Cuando se trata de belleza y cuidado de la piel, también es Excelente para tratar otros problemas: limpia, tonifica, revitaliza y protege la piel, elimina toxinas, alivia quemaduras en la piel, estimula el crecimiento del cabello y mejora el mal olor en pies y axilas.
Las pieles muy sensibles o secas pueden realizar en casa una mascarilla de lechuga. Los activos se encuentran en la pulpa de las hojas. Con la cara limpia y seca, aplica la pulpa como mascarilla. Si lo prefieres, puedes triturar en un mortero una hoja de lechuga e incorporar una cucharada pequeña de miel y de limón y luego aplicar. Deja actuar durante 15 o 20 minutos y enjuaga.
Hazlo un par de veces por semana y verás cómo tu piel recupera su luminosidad.
Consejos y cuidados:
-Comprar lechugas en buen estado. Una lechuga con manchas, con hojas rotas o que esté en cajas demasiado llenas, puede no tener la calidad adecuada.
-Elegirlas de temporada. Hay lechugas todo el año, pero su temporada arranca en primavera. Las bolsitas de ensalada preparada son una buena opción, aunque no tienen el mismo valor que la lechuga fresca.
-Conservarla bien. La lechuga debe guardarse en un lugar húmedo y fresco, al abrigo de la luz y el aire. En la nevera se aconseja dejarla en el cajón de los vegetales. No hay que juntarla con manzanas o peras, pues se altera antes. Tampoco debe congelarse.
-Evitar los remojados prolongados, pues se pierden en el agua gran parte de sus minerales y vitaminas.
-Aprovechar las hojas más verdes.
-No cortarla en exceso.
-Prepararla poco antes de comer.
-Aderezarla con zumo de limón o vinagre. El ácido cítrico y el acético tienen un poder conservante que preserva las vitaminas.
-El consumo de lechuga sin lavar puede provocar infecciones como la toxoplasmosis, la más común, peligrosa sobre todo para mujeres embarazadas, niños, ancianos y personas con sus defensas bajas, pudiendo producir dolor de cabeza, inflamación de ganglios y fiebre. Nos puede producir también diarrea, vómitos, náuseas y dolor abdominal. Dependiendo de la procedencia de esa lechuga, en muchas ocasiones puede contener bacterias, toxinas, gérmenes, pesticidas y restos de agroquímicos”.
La lechuga se debe lavar con agua, bajo el grifo y le podemos poner unas gotitas de lavandina (apta para uso alimentario) y después enjuagar bien. Posteriormente, hay que secar bien las hojas.
Uso culinario. La lechuga está presente en ensaladas sola o con otros vegetales. Pero también hay otro otros usos: bocaditos de pescado con lechuga, rollitos de lechugas gratinadas, crema de lechuga y beicon, salteado de verduras y lechuga, lechuga a la cazuela, arrollados de cerdo y lechuga con salsa de maní, etc.
Fuente: Diario22.ar, Medline Plus y Archivo personal
Consultor Medico: Dr. Rene A. Triviño G. - M.P. 5812 - Medicina Integrativa