En el evangelio de San Mateo, que narra junto al de San Lucas la infancia y primeros años de la vida de Jesús, se dice que los sabios que fueron a adorar al recién nacido salvador llegaron hasta Judea siguiendo una peculiar estrella en el cielo. Estos sabios, que en el siglo III pasarían a ser tres reyes con nombre propio y distintas procedencias, eran astrónomos que observaban los cielos y conocían el estudio de las estrellas, pero no está tan claro qué fue exactamente lo que los guio hasta el famoso pesebre. ¿Existió la estrella de Belén o fue un añadido literario de Mateo?
Aunque no se sabe a ciencia cierta si la estrella existió realmente, se han planteado diversas teorías acerca de su origen. Desde los que argumentan que ese punto de luz brillante no pudo ser otra cosa que una nave tripulada por extraterrestres hasta los que hablan de meteoritos y lluvias de estrellas fugaces. Desde la astronomía se han buscado, como hicieran en su momento los misteriosos sabios, diversas explicaciones racionales al origen de la estrella de Belén. Aunque habitualmente se representa con forma de cometa, no se tiene constancia de ningún astro de este tipo que hubiera brillado con fuerza suficiente en aquella época como para llamar tanto la atención. El pintor Giotto en su cuadro La adoración de los Magos de 1304 representó al cometa Halley como el astro guía de los Reyes, seguramente aún impresionado por la visión del mismo tan solo tres años antes. Esta asociación ha llegado hasta nuestros días, aunque los científicos aseguran que el cometa se vio en el año doce antes de Cristo, por lo que no sería posible que el Halley fuera la buscada estrella.
El astrónomo Mark Kidger, del Instituto de Astrofísica de Islas Canarias, propone que lo que sucedió en realidad fue una suma de acontecimientos astronómicos sucesivos que alertarían a los magos de que algo importante iba a pasar en Judea. Todo comenzaría con una "conjunción triple" de Júpiter y Saturno. En una conjunción triple las órbitas de los dos planetas se alinean de tal modo con la Tierra que estos parecen acercarse y separarse en el cielo tres veces en unos siete meses. Posteriormente, en el año cinco antes de Cristo, una nova brilló en el cielo durante 70 días y los magos, que ya estaban en aviso, se pondrían en camino guiados por ella.
Según esta teoría, el nacimiento de Jesús habría que situarlo en el período entre finales de marzo y el comienzo de abril del año cinco antes de Cristo. Pocas personas se atreven a hablar de la fecha de nacimiento de Jesús como una certeza, ya que se sabe que la elección del 25 de diciembre fue “premeditada” para aprovechar las fiestas paganas y el llamado año cero es fruto de un error de cálculo. Kidger argumenta que la fecha de muerte de Herodes se sitúa en torno al año cuatro antes de Cristo por lo que su explicación sería posible.