El primer abanico plegable tal como lo conocemos hoy en día fue inventado por un chino en el siglo VII inspirándose en el mecanismo del ala de un murciélago. En Europa se conoce desde el siglo XV desde que los portugueses lo trajeron desde sus rutas comerciales al lejano oriente.
En el siglo XVIII se crea la Real Fábrica de Abanicos la cual convirtió a España en uno de los primeros productores de abanicos del mundo, rivalizando con italianos y franceses.
En un principio, el abanico fue de uso tanto del género femenino como masculino, llevando los hombres pequeños ejemplares en el bolsillo. Y unos de mayor tamaño llamados abanicos de pericón, propios para el baile flamenco. Sin embargo, su utilización se vuelve exclusiva de las damas a principios del siglo XX llegando hasta nuestros días, aunque hoy día se puede ver a hombres abanicándose si bien sigue siendo mayoritario en las mujeres. Al parecer estas llegaron a ser tan diestras en el uso de este artefacto que llegaron a inventar todo un "lenguaje del abanico" consistente en que según la posición en la que se situaba o el modo de agarrarlo se estaba transmitiendo un tipo de mensaje u otro.
Lenguaje secreto del abanico
Los abanicos se convirtieron en un elemento esencial de la moda del siglo XIX y XX. Las señoritas de la época iban a los bailes acompañadas de su madre o de una señorita de compañía que se encargaban de velar por su comportamiento. De este modo, se inventó un lenguaje secreto utilizando el abanico para poder comunicarse con sus pretendientes y pasar desapercibidas. Existieron varios tipos de lenguajes del abanico, pero todos ellos tenían en común la utilización del abanico situándolos en posiciones diferentes:
-Sostener el abanico con la mano derecha delante del rostro: sígame.
-Sostenerlo con la mano izquierda delante del rostro: busco conocimiento.
-Mantenerlo en la oreja izquierda: quiero que me dejes en paz.
-Dejarlo deslizar sobre la frente: has cambiado.
-Moverlo con la mano izquierda: nos observan.
-Cambiarlo a la mano derecha: eres un osado.
-Arrojarlo con la mano: te odio.
-Moverlo con la mano derecha: quiero a otro.
-Dejarlo deslizar sobre la mejilla: te quiero.
-Presentarlo cerrado: ¿me quieres?
-Dejarlo deslizar sobre los ojos: vete, por favor.
-Tocar con el dedo el borde: quiero hablar contigo.
-Apoyarlo sobre la mejilla derecha: sí.
-Apoyarlo sobre la mejilla izquierda: no.
-Abrirlo y cerrarlo: eres cruel.
-Dejarlo colgando: seguiremos siendo amigos.
-Abanicarse despacio: estoy casada.
-Abanicarse deprisa: estoy prometida.
-Apoyar el abanico en los labios: bésame.
-Abrirlo despacio: espérame.
-Abrirlo con la mano izquierda: ven y habla conmigo.
-Golpearlo, cerrado, sobre la mano izquierda: escríbeme.
-Semicerrado en la derecha y sobre la izquierda: no puedo.
-Abierto, tapando la boca: estoy sola.