La actividad física, como caminar, es importante para controlar el peso, porque te ayuda a quemar calorías. Si agregas 30 minutos de caminata enérgica a tu rutina diaria, podrías quemar alrededor de 150 calorías más al día. Por supuesto, cuanto más camines y cuanto más rápido sea el ritmo, más calorías quemarás.
Sin embargo, el equilibrio es importante. Hacer ejercicio en exceso puede aumentar el riesgo de dolor, lesiones y agotamiento. Si eres nuevo en la práctica de ejercicio regular, es posible que debas comenzar con caminatas cortas o con una intensidad leve, y aumentar progresivamente la duración de las caminatas o la intensidad (moderada o fuerte).
Y los datos son muy esclarecedores: a partir de los 10.000 pasos diarios se podrían llegar a cumplir este beneficio para nuestras células, lo que equivale a una caminata de dos horas. Sin embargo, si lo que pretendemos es bajar peso, necesitaremos dar hasta 12.000 pasos, lo que equivale a 10 kilómetros diarios, además de, por supuesto, mantener una dieta adecuada.
Según los expertos, sólo cuando conseguimos superar los 17.500 pasos diarios (cerca de los 13,6 kilómetros), estaríamos haciendo un ejercicio aeróbico notable. Esto equivale a más de tres horas de caminata, pese a que este mismo beneficio podría conseguirse en media hora de entrenamiento funcional.
Sin embargo, caminar es una opción placentera si el camino y la temperatura son agradables. No representa un esfuerzo agotador, y tampoco sentimos la angustiosa sensación de sudar, sentir una sed acuciante y notar como nuestros músculos llegan al límite. Aunque para que este ejercicio pedestre surta efecto debemos mantener cierta costumbre en la práctica, porque un día aislado no produce grandes beneficios. Debemos extender el hábito a lo largo del calendario y, por lo menos, darnos dos buenas caminatas semanales.
Aunque sus beneficios son modestos, no hay que olvidar que es una opción que siempre está disponible. Solo necesitamos un calzado cómodo y buen paisaje para caminar sobre él. Porque no hay que olvidar que, entre todos los beneficios físicos, también hay uno psicológico: caminar ayuda a reducir el estrés. Se trata de un ejercicio que nos cansa poco a poco, y que, por el propio ritmo del paseo, favorece que pensemos en nuestros problemas diarios y que lleguemos a conclusiones imaginativas y frescas a las que no podríamos llegar si estuviéramos sentados en el mismo espacio.
¿Cómo andar?
Ponte erguido, con los pies a la altura de la cadera, los codos doblados a 90 grados aproximadamente y los brazos abiertos. "Presta atención al pie trasero como si lo estuvieras despegando del suelo como un velcro, lo que activará los músculos correctos". Con todo en su sitio, caderas levantadas y el cuello recto, los brazos deberían tener libertad para adecuarse al patrón de movimiento correcto, como si fuera un péndulo. Si quieres usarlos para fomentar tu aceleración, debes tener ímpetu: muévelos hacia el centro de tu cuerpo y luego muy atrás, este último movimiento con más vigor que hacia delante. No aprietes los puños con fuerza, ya que esto impide la posición correcta del hombro.
Además, no subestimes las escaleras, pues los músculos de los glúteos trabajarán más con cada escalón o pendiente, pueden mejorar con mucho la quema de calorías. Una sugerencia es que, para determinar tu ritmo, comiences a caminar y cuentes la cantidad de pasos que das en un minuto. Esa será tu línea de partida; Si son menos de 130 por minuto, intenta acelerar un poco el ritmo. Ponte música para aumentar tu ritmo y, ¡adelante! Caminante, no hay camino.
Fuente: Diario22.ar, Medline Plus y Archivo personal
Consultor Medico: Dr. Rene A. Triviño G. - M.P. 5812 - Medicina Integrativa