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El cacahuete o maní tiene una historia muy antigua. Denominado científicamente como Arachi hypogaea, es una planta prehistórica cuyo origen es América del Sur. Su fruto en legumbre penetra en el suelo para madurar y es considerado un fruto seco.

Historia del cacahuete en América

El maní o cacahuete, es conocido desde hace miles de años y su origen se encuentra en las regiones tropicales de Suramérica hace 8.000 años. Esto se conoce gracias a Tom Dillehay, arqueólogo estadounidense, que halló restos de cacahuetes en Perú que datan de hace 7.800 años. Aunque también existe una teoría menos aceptada que indica que el origen del cacahuete está en Brasil.

Posteriormente, gracias a los Incas, se expandió el cultivo del cacahuete desde la costa andina del Perú al resto de regiones del continente suramericano.

De aquí, los colonizadores españoles, que lo vieron por primera vez en un mercado de la capital mexicana (Tenochtitlan), lo llevaron a Europa y África.

El cacahuete, una de las plantas prehistóricas mejor conservadas, originaria de América del Sur, pasó a los actuales Estados Unidos antes de que los españoles llegaran a América; Allí, pasado el tiempo, serviría para alimento de animales y de esclavos.

Sin embargo, hasta el último cuarto del siglo XIX no fue, al menos en la parte norte de la Unión, sino una curiosidad gastronómica. Famosa es la crema de cacahuete en los Estados Unidos y otros países de América.

Su implantación y éxito vino de la mano de un singular personaje: P.T. Barnum, dueño del circo más famoso de su tiempo, que en 1880 tuvo la ocurrencia feliz de vender durante el espectáculo bolsitas de cacahuetes de modo que esta golosina llegó a ser tan consustancial al espectáculo como hoy los son al cine las palomitas de maiz.

Historia del cacahuete en Europa

En la España del siglo XVIII, fue el primer punto de Europa donde se cultivó esta planta. De allí fue llevada a Argelia y norte de África por agricultores valencianos emigrados a las plazas de soberanía española del Oranesado.

Su cultivo contemplaba la extracción del aceite, muy apreciado por tener la cualidad de no descomponerse ni alterarse, y por lo fácil de su conservación, sin tener que temer por su enranciamiento.

De esta legumbre versátil se hacen pastas, cremas, confituras y natillas, y entra a formar parte de diversas salsas para carnes y pescados. En cuanto a la harina obtenida a partir del cacahuete, mezclada a partes iguales con la de trigo se emplea para panificación o hacer galletes.

De la planta del cacahuete casi todo se aprovecha. La raíz es buen sucedáneo del paloduz o regaliz; las cáscaras pulverizadas son un excelente abono; los tallos verdes y secos sirven de forraje; el tallo y ramas secas suministran una hilaza fina cuyos hilos admiten el tinte y sirven para fabricar telas finas, consistentes y suaves; también se utiliza para la fabricación de pasta de papel.

Los cacahuetes fueron comida de clases humildes, de gallinas, pavos, cerdos y esclavos.

Historia del cacahuete en Asia

Los cacahuetes no se quedaron en América. Viajaron hasta la lejana China en los equipajes de los misioneros que, en 1889, la introdujeron en aquel país. Al principio, los utilizaron para premiar a los catecúmenos que mostraban mayor celo en el aprendizaje y aceptación del cristianismo. Cada pareja china que aceptaba el bautismo, recibía en premio una pequeña bolsa de cacahuetes. Triunfó también en aquellas lejanas tierras, siendo cultivado en todas sus provincias hasta convertirse en ingrediente necesario para la cocina oriental.

Etimología de la palabra cacahuete

Su etimología es amerindia, de la voz náhuatl tlalkakáwat, compuesta de tlalli= tierra + kakáwatl= cacao. Su primer uso escrito se decía ‘cacaguate’, en la obra del religioso Bernabé Cobo Historia del Nuevo Mundo (1653).

En el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes, de Esteban Terreros, a mediados del XVIII, se lee ya el término en su morfología actual.

En Cuba y América del Sur sigue en vigor el término maní, de la lengua taína hablada en Haití en tiempos de la Conquista.

El madrileño Fernández de Oviedo, cronista de Indias, parece que fue el primero en emplear el término, que suele usarse tanto para el singular como para el colectivo, mientras que la forma plural designa normalmente los granos individuales del maní o cacahuete: maníes, que alterna con manís y con el barbarismo ‘manises’, surgido por tener el hablante in mente términos como ‘país, anís’.

En relación con la formación del plural, en partes de América, como Uruguay dicen maníes, y en Tenerife manises. A finales del siglo XIX se denominaba al cacahuete avellana americana en Andalucía, por el sabor de ambos frutos secos.







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