Tanto la agenda bilateral con Luiz Inacio Lula da Silva ayer como el capítulo multilateral con la cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y del Caribe (CELAC) son entendidos por el Gobierno como dos partes de un mismo proceso político internacional. Y con ello persiguen un doble objetivo: en el plano regional, afianzar una plataforma de integración con nuevos horizontes para la Argentina; en lo local, neutralizar el discurso opositor del "país aislado del mundo" en un año electoral.
Desde el Gobierno destacan que la CELAC reunirá, por primera vez desde su creación, a los 33 países miembros a través de sus jefes y jefas de Estados y gobierno o sus enviados. No solo eso, están presentes en Buenos Aires el enviado de Joe Biden y su interlocutor con las Américas desde la cumbre en Los Angeles, el exsenador Cristopher Dodd; el presidente del Concejo de la Unión Europea, Charles Michel, y el director general de la FAO (Naciones Unidas), Qu Dongyu.
El segundo gran objetivo de la Argentina es afianzar, con la conclusión formal de su turno, las dos grandes líneas de trabajo que llevaron adelante durante su presidencia pro tempore: apuntalar como estrategia de crecimiento del bloque y su coordinación interna el planteo de la unidad en la diversidad y preservar a América latina como zona de paz en un mundo convulsionado. A cargo del canciller Santiago Cafiero estará el balance de la presidencia pro tempore argentina con un detalle de los objetivos que se propusieron y los que cumplieron.
"Tenemos la tranquilidad de que hemos hecho un trabajo importante este año para consolidar esta idea de que se respetan las diferencias, pero con un ánimo de encontrar un territorio común, de encontrar preocupaciones que nos unan, siempre respetando las distintas particularidades que se tienen en cada uno de los países", aseguró el subsecretario para América latina y coordinador de la cumbre, Gustavo Martínez Pandiani.
Y añadió: "Esta es una zona que tiene una diversidad política y económica importante, pero hemos logrado esa idea de la unidad ante la adversidad de la pandemia, que nos une ante la adversidad de la guerra. Y con respecto al segundo tema, ya hace muchos años vivimos en una zona donde los problemas limítrofes, los problemas entre vecinos, se resuelven de manera pacífica".
El tercer objetivo planteado para esta cumbre, encadenado al segundo, es que la CELAC se siga fortaleciendo como un mecanismo de coordinación y de concertación política y que se proyecte -tal como sucedió durante la presidencia de la Argentina- como la voz regional en las grandes cumbres internacionales, del G7 al G20.
En estas premisas, se basan en el Gobierno para no vetar ninguna presencia de los países miembros -luego corresponde a cada país decidir quién viene-. Resaltan que la Declaración de Buenos Aires de 100 párrafos que hoy votarán los líderes, se cerró ayer con el apoyo de todas las delegaciones -resta ver el detalle de la letra, por si se le aplica algún cambio- y que ninguna representación pidió la exclusión de otra, ni siquiera Estados Unidos que había cerrado sus puertas a Venezuela, Cuba y Nicaragua como anfitrión en 2022.
"Cuando vos invitas a un grupo de países, sea la CELAC o el G20 o el que sea, eso es una composición heterogénea. ¿Y cuál es el problema de sentarse a dialogar en una mesa con países que tienen problemas y realidades muy diferentes, qué es el multilateralismo si no es eso? No quiere decir que estás de acuerdo en todos los puntos ni que vas a dejar de lado lo que vos opinas, al contrario, pero tenés una mesa donde podés hablar un montón de temas", aseguró a El Cronista la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco
Un último objetivo de la cumbre es avanzar con la idea de pasar de una CELAC como mero mecanismo de concertación entre los presidentes a una CELAC como sistema de integración de los pueblos. Es decir, que el foro deje de ser uno de líderes y cancilleres e incorpore, como en su momento hizo el Mercosur, a representantes de las sociedades que lo conforman y sus culturas para debatir cuestiones de la vida diaria.
En este sentido, el planteo es seguir añadiendo ejes a los que ya sumó la presidencia argentina como las políticas de género -transversalmente a toda la agenda-, el cambio climático y los desastres naturales -con foco particular en el Caribe- y hasta las lenguas originarias. También figuran ahora en la conversación cuestiones como la seguridad alimentaria y energética y la infraestructura compartida.
"El principal desafío es pasar de una integración de burocracias a una integración de pueblos, es decir, que la CELAC también haga su contribución a la hora de transformar la vida de la gente. Que mejore, por ejemplo, el paso el libre de las personas de la CELAC, un roaming general, es decir, cuestiones puntuales de infraestructura, de comunicaciones, de facilitación migratoria", explicita Martínez Pandiani.
Diario22.ar con información del Cronista