Es una respuesta corporal ante algo que percibimos como peligroso. Frente a ello podemos reaccionar de dos formas: atacando o huyendo; Cuando nos asustamos, la sangre se dirige a las manos (para pelear), o a los pies (para salir corriendo), es un instante en el que no razonamos.
Un poco de miedo es bueno, nos protege, mucho miedo no es tan bueno, genera ansiedad y fobias. Se teme a muchas cosas innecesariamente y no se pone atención a otras que se deberían tomar en serio. Las amenazas más importantes son en realidad los riesgos de la vida diaria a los que se prestan poca atención, como la deforestación, el cambio climático, fumar, no aplicar vacunas a los niños, la nutrición inadecuada o el poco ejercicio; Y la pandemia actual está causando un miedo mundial que roza con la psicosis…
Las situaciones que producen miedo excitan la parte primitiva del cerebro conocida como la amígdala; Se asienta en la inferior del cerebro desarrollado al principio de nuestra historia evolutiva para ayudarnos a evitar peligros. Las malas noticias vienen en forma de imágenes, sonido, sabores, sensaciones táctiles o dolor que envían una señal para que el organismo responda, aumentando la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la respiración y disparando hormonas del estrés al sistema circulatorio, y esto ocurre en milésimas de segundo.
Desafortunadamente, a la parte más evolucionada del cerebro (el lóbulo prefrontal), le resulta difícil anular la reacción de la amígdala para decirnos que no hay nada que temer. Es difícil para nuestra mente consciente disminuir las reacciones fisiológicas. La duda y las amenazas, mantienen en marcha la respuesta de huida o lucha, provocando esa incómoda experiencia de tener miedo.
Claves para saber cómo enfrentar el miedo:
Saber cómo enfrentar el miedo es algo complejo. Existen claves, sí, pero es necesario evaluar cada caso individualmente y verlo con un especialista. Algunos puntos básicos para comenzar son los siguientes:
No huyas del miedo. El escape es una vía muy empleada que alivia temporalmente, pero que suele aumentar y hacer cónico el miedo; De todos modos, un miedo patológico no se va a solucionar simplemente por no escapar o no evitarlo. Se tendrá que trabajar comprendiendo y generando nuevos modos de encararlo para reducirlo paulatinamente.
Acepta tus miedos como son. Para poder enfrentar el miedo, hay que aceptarlo como viene; Una vez aceptado, se debe trabajar en los filtros distorsionados de la realidad que nos provocan ese miedo. Y por ello, no servirá con repetirse lo contrario a ese miedo, como por ejemplo “el avión no es peligroso” si se intenta superar el miedo a volar. Debe llevarse a cabo un trabajo psicoterapéutico para modificar los filtros y ver esas situaciones de una manera objetiva.
Examina esos miedos y aprende de ellos. Los miedos pueden revelarnos una tendencia a exagerar y ser catastrofistas; Aquí surge una oportunidad para trabajar esos aspectos de la mano de un profesional, que nos ayudará a ganar paciencia y superar esas tendencias.
Y es que superar un miedo aumentará nuestra autoestima, mejorando en gran medida nuestra calidad de vida y previniendo generar nuevos miedos patológicos.
Fuente: Diario22.ar, Medline Plus y Archivo personal
Consultor Medico: Dr. Rene A. Triviño G. - M.P. 5812 - Medicina Integrativa