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Un último intento de paz por parte del presidente estadounidense en ese momento fue el 30 de mayo pero quien no dio tregua fue la Dama de Hierro inglesa. Las transcripciones completas.

El domingo 30 de mayo de 1982, en plena Guerra de Malvinas, el Comité Militar se volvió a reunir, esta vez con la presencia del canciller Nicanor Costa Méndez recién llegado de los Estados Unidos. En esta oportunidad, el canciller informó que se habían acrecentado “los contactos horizontales” de Estados Unidos tendientes a mejorar la posición norteamericana frente a Latinoamérica.

 

 

Entre los “contactos horizontales” estaban los generales Schweizer y Richardson (subjefe Operaciones y Planes del Estado Mayor de Ejército entre 1981y 1983) con el Agregado de Ejército, Miguel Mallea Gil y las conversaciones del Consejero de Seguridad William Clark con el embajador Esteban Takacs, criticando a Haig y sugiriendo no cerrar los canales con Estados Unidos. 

 

 

Con títulos catastróficos, todos los diarios del 31 de Mayo consignaban que el portaviones Invincible había sufrido serios daños en manos de la Fuerza Aérea Argentina y que “tropas británicas ocuparon Darwin y Ganso Verde”. La Prensa, el diario de la familia Gainza, se ubicó en el justo medio, una de cal y otra de arena: “Puerto Argentino espera el ataque: un portaviones inglés fue dañado”.

 

 

La verdad que no se contaba era que la situación en el frente militar resultaba cada vez más dramática. El Informe de Operaciones 214/82 realizado por el Centro de Operaciones Conjunto (CEOPECON) y elevado al Comité Militar (Estado Mayor Conjunto), el 30 de mayo, relataba que los británicos han “consolidado la defensa aérea” en San Carlos” dotados con “un número significativo de armas antiaéreas y misilísticas” y que “cada ataque aéreo representa un 25%” de pérdidas argentinas”.

 

 

En el punto 2 se hace un balance de las pérdidas de la aeronáutica argentina: “En el lapso del 1º al 29 de mayo de 1982 han sido destruidos cuarenta (40) aviones de combate, lo que significa el 27% de la dotación disponible de la FAA. Treinta y cinco (35) oficiales caídos en combate. Pista de Malvinas (es) inoperable.” Las bajas en la Fuerza Aérea motivó un estado de tensión entre los efectivos acantonados en las bases de la Fuerza Aérea Sur, sólo así se entiende la visita que el brigadier Basilio Lami Dozo va a realizar el 31 de mayo a Comodoro Rivadavia.

 

 

En su visita a la Casa Blanca el presidente brasileño Joao Baptista Figueiredo había expresado su preocupación sobre cuál será la decisión política que podría adoptar una Argentina derrotada. “Se supo que Figueiredo escuchó con atención la explicación norteamericana, pero también se preocupó en detallar los fundamentos de la posición de su país: para Brasil, siempre fue esencial obtener a cualquier precio la paz en las Malvinas, a fin de evitar que la Argentina salga del conflicto en una situación político-económica inviable.

 

Brasil teme una crisis que liquide de una hora para otra el gobierno de Galtieri, no sólo colocando en serias dificultades a un país vecino, estratégico, sino que al mismo tiempo podría dificultar el cuadro político brasileño. Porque se podía suponer que los militares brasileños se sentirían directamente amenazados si esto ocurriera en la Argentina”, relató José Carlos Bardawill, enviado de la edición brasileña de “The Economist”, el 19 de mayo de 1982.

 

 

El 12 de mayo, Costa Méndez y Esteban Takacs conversaron telefónicamente. Costa Méndez: “¿Usted sabe que su interlocutor Walters está en Buenos Aires y que anoche conversó con el Presidente? Ayer llegó inesperadamente al mediodía…hoy todavía parece que está acá, pero no ha tomado contacto con la Cancillería.” El 13 de mayo, luego de dejar Buenos Aires,Walters viajó a Chile y se entrevisto con el presidente de facto Augusto Pinochet.

 

 

El encuentro telefónico, entre Reagan y Margaret Thatcher, además, va a estar precedido por un acontecimiento adelantado por los británicos y recién reconocido por los argentinos un día antes. En el parte Nº 214/82, el Centro de Operaciones Conjunto (CEOPECON) informó al Estado Mayor Conjunto que “el 29 de mayo, siendo las 20.30, se tomó conocimiento que en el día de la fecha, aproximadamente a las 12 horas, el Regimiento de Infantería 12 habría dejado de combatir en Darwin. Bajas apreciadas, superior a 150, no se poseen otros detalles”.

 

 

Finalmente, el presidente Reagan llamó a Margaret Thatcher a última hora del día lunes 31 de mayo de 1982. Habría de ser un diálogo infructuoso para el jefe de la Casa Blanca. Intentó evitar un ataque inglés a Puerto Argentino e impedir una situación humillante para la Argentina. La versión ha sido finalmente desclasificada, mereciendo durante años algunas censuras. Con el paso de los años se desclasificó el encuentro telefónico y se reconstruye en sus partes más llamativas:

 

Las transcripciones

PRESIDENTE: ¿Margaret?

THATCHER: Si, ¿Ron?

P: ¿Me escucha bien?

T: Lo escucho muy bien, ¿Usted me escucha a mí?

P: Hay un poco de eco pero asumo que es por la línea que estamos usando. Mire, espero ansioso nuestra reunión el próximo viernes en donde podremos hablar sobre algunas situaciones en detalle. (La reunión del viernes 4 de junio se iba a realizar en el marco de la cumbre del G7 en Versailles, Francia.)

P: Le podría dar algunos de mis pensamientos ahora mismo sobre la situación de las Falklands.

T: Sí, por supuesto.

P: El impresionante avance militar de ustedes podría cambiar las opciones diplomáticas, como podemos ver ahora, eso podría ser posible entre hoy y el próximo viernes. Además me gustaría felicitarla, lo que Usted y sus jóvenes están haciendo ahí ahora. Han tomado grandes riesgos y han demostrado al mundo que agresión no provocada no termina bien.

T: Bueno, todavía no, pero estamos a mitad de camino a eso…todavía no estamos a mitad de camino, pero sí un tercio del camino…

P: Sé que Al Haig ha pasado algunas de sus ideas sobre cómo podríamos capitalizar el éxito de una iniciativa diplomática y yo apoyo el concepto de que……hola?

T: Si, acá estoy.

 

P: ….dada la actuación de Argentina en todo este tema, una nueva iniciativa podría no tener éxito pero inclusive si la rechazaran pienso que el esfuerzo para mostrar que nosotros estamos dispuestos a llegar a un acuerdo, consistente con nuestros principios, podría terminar con los esfuerzos de algunos izquierdistas en Sudamérica que están tratando activamente de explotar una crisis. Estoy pensando sobre este plan.

 

T: Esta es la democracia y nuestra isla, y lo peor de la democracia sería si ahora no…

 

P: Bueno, esto es lo que tenía en mente pero igual creemos que la única posibilidad de éxito seria antes del ataque a Puerto Stanley. Cuando el presidente de Brasil, Figueiredo estuvo aquí dijo que quería ayudar, pero conociendo a los argentinos lo mejor sería llegar a un acuerdo antes de una total humillación. No sé si la Junta puede hacer un arreglo pero aunque no lo hicieran Usted se pondría en una condición muy favorable.

 

T: Mentiras (confusas), porque se negaron a aceptar el trato antes de que tuviéramos que volver a entrar para tomar la isla. Tengo que retomarlas ahora. No perdí algunos de mis mejores barcos y algunas de mis mejores vidas, para quedar en silencio bajo un alto el fuego sin la retirada de los argentinos.

 

P: Sí, Margaret, así como lo entiendo la última propuesta sería ir con Brasil y nosotros y ver si pueden abandonar su plan.

 

T: El punto es este, Ron, y lo entenderías, hemos soportado la peor parte de esto solos... algunos de nuestros mejores barcos se han perdido porque durante siete semanas los argentinos se negaron a negociar términos razonables.

P: Sí.

 

T: no es solo una cosa, perdimos a nuestra mejor guardia británica y algunos de nuestros aliados en la OTAN. Cuando recuperemos la isla y restablezcamos la democracia a la gente, entonces discutiremos con ellos lo que quieren. No puede haber dudas ahora, no abandonaremos silenciosamente la isla para entregar el control a un contacto, local o de las Naciones Unidas o algo así, antes de que tuviéramos la cosa real, antes de que tuviéramos que hacer eso, sí, eso es lo que estábamos ofreciendo para detener la lucha. No puedo perder la vida y la sangre de nuestros soldados para entregar las islas a un contacto. No es posible.

 

P: Bueno Margaret, creo que hablamos de lo mismo porque por lo que yo entiendo se tendrían que retirar. El cese de fuego tendría que ser seguido por el abandono y Usted y su ejército no tendrían que abandonar hasta que una fuerza binacional o multinacional arribe al lugar para resguardo.

 

T: Hemos soportado la peor parte de esto solos. Entregar las islas de la Reina a una fuerza multinacional, binacional de administración. Entonces debemos intentar ver qué tipo de seguridad podemos conseguir para las islas. Y ellos con una especie de fuerza del Sinaí. Y no entregar el pueblo a nadie.

P: No…..

 

T: Deseamos restablecer su ley existente, sus costumbres. Y no sé cuáles serán los deseos (de los isleños) hasta que se completen las hostilidades, terminen y podamos hablar con ellos y podamos lograr algún desarrollo en las islas que sería de ayuda y que podamos brindarles algo de seguridad. Lo que simplemente no puedo tener ahora es haber soportado la peor parte de esto totalmente sola, si elegimos decir, está bien que los argentinos se retiren y cuando se hayan ido nos vayamos. Habiendo perdido la guardia británica le entregamos a alguien más todo lo que tenemos en el futuro de que la isla es una. No creo que no estemos familiarizados con el futuro, bajo Gran Bretaña creo que será una especie de independencia o semi-independencia o cuasi-independencia para que siga el camino que han seguido las antiguas colonias. Vendrán con el autogobierno, que iban camino de hacer. Ahora, la situación una vez que has pasado por la batalla es muy diferente a si tienes una con ofertas variadas, antes teníamos que luchar.

P: Margaret, pensé sobre esta parte de la propuesta

 

T: (palabras confusas) ...nuestros jóvenes están peleando.

P: Pero parte de la propuesta,

T: (palabra confusa) retirarse, eso sería maravilloso.

 

P: Parte de la propuesta, así como la entendí era que el gobierno local y los consejeros locales serían establecidos para gobernar las islas al ejecutarse el retiro. Después arribarán las fuerzas de paz que impondrán seguridad en las islas por un periodo limitado de tiempo y luego las negociaciones sin ningún tipo de condicionamientos entrarían en efecto.

 

T: Sí, pero ¿por qué ahora las negociaciones, cualquier condición previa? Ese tiempo, creo que se acabó, Ron. No puedo enfatizar demasiado, cómo te sentirías si pusieras una gran parte de tu armada, algo de lo mejor de tus fuerzas armadas para asegurar y recuperar esas islas para restaurar a la gente con su administración, (palabras confusas), bajo la democracia y de repente dicen “No, no puedes tener trato. Sabemos que has perdido la sangre por eso, pero no puedes tener eso. Vamos a poner algo más”. Poco a poco iremos poniendo algo más. Pero cuando nuestra gente se haya ido de modo que no podamos reposar territorio británico con británicos en él, cualquier argentino allí alguna vez... veremos que quieren los isleños. Trato de atender nuestro objetivo ahora, y si los argentinos quieren retirarse de Port Stanley y de los demás lugares, entonces nada me complacerá más. Era ridículo que no lo hicieran antes. Así que en realidad estamos diciendo, por favor regresen al continente.

 

P: Pienso que están en condiciones de superioridad suficientes para que no queden dudas de que lo que han hecho es un retrato de la cara de la derrota. No creo que nadie haya pensado que una victoria podría ser posible. Me preocupa que pasará si el actual gobierno (argentino) se cae por su mala actuación en todo este asunto y son reemplazados por peronistas de izquierda.

 

T: Sí. Entiendo que necesitamos ayuda con la seguridad de la isla. Soy la primera en admitirlo. Pero seguramente no me estás preguntando Ron, después de que hemos perdido a algunos de nuestros mejores jóvenes, seguramente no estás diciendo que después de la retirada argentina, ¿tus fuerzas y nuestras administraciones se vuelven inmediatamente inactivas? Tuve que recorrer distancias inmensas y movilizar a la mitad de mi país. Tuve que ir allí para sacar al invasor, porque nadie más podía hacerlo. Solo tenía que ir.

P: Si

 

T: (palabras confusas) y no debe volver la agresión. Me pregunto si alguien allí (de Estados Unidos) se da cuenta, me gustaría preguntarles. Solo suponiendo que Alaska fuera invadida, está muy lejos de ti… Ahora has puesto a toda tu gente allí para retomarla y alguien sugirió que podría entrar un contacto. Y si el invasor se fue y si has perdido muchos hombres y tus barcos. ¿No lo harías?

P: No, aunque le tengo que decir Margaret que no pienso que Alaska este en una similar situación.

T: Más o menos.

P: Siempre tuve la sensación de que en el pasado estaban preparados para ofrecer independencia a las islas o,…

 

T: Sí, pero pienso ahora, pienso gradualmente, Ron. Creo que esto realmente es lo más justo para los argentinos. Pero eventualmente creo que podría decir que no tenemos las islas y creo que (las palabras se entrecruzaron) podrían haber sido una posibilidad, simplemente no lo han hecho. Le han hecho cosas horribles a nuestra isla, la hemos pasado fatal con ellos, (palabra confusa) y Goose Green y Darwin y creo que lo mejor para los argentinos es que hemos recuperado la isla, poco a poco nos vamos a solidarizar. (Frase tergiversada). Y yo intento una visión del colonialismo pero con miras a la Independencia o cuasi-independencia que va a dejar ahí el margen para reconocer una cuasi-independencia y sacar los últimos vestigios de colonialismo, y eso es lo que intentaremos hacer. Cien naves allí a siete veces más jóvenes, algunos de los cuales están muertos. Los argentinos han hecho todo lo posible para intentar hundir el barco con (palabra confusa) hombres junto con muchos, muchos otros. Seguramente reconocerá que necesitan casi tanta ayuda material como puedan pedir.

P: Margaret, I,…

T: Las condiciones que existen, (palabra distorsionada) tenías que entrar y tú (ilusorio) joven, son bastante diferentes de las condiciones que ofrecían antes, pero me encantaría que los argentinos dijeran, está bien, salva a nuestro joven y tal vez en el entendimiento de que llevaríamos a las islas gradualmente a la independencia.

P: Bien

 

T: Eso sería maravilloso. Pero como están las cosas, nuestra sangre y luego pedirnos que si los argentinos se retiran entonces los británicos automáticamente se retiran, antes de que logremos arreglar el futuro que los isleños quieren, porque después de todo ustedes y yo somos democracias, es autodeterminación lo que somos después.

 

P: Sí, bien

T: Señor Presidente, por eso estoy aquí

P: Sí

T: realmente crees que cuando nuestra gente ha vivido las mentiras más intachables (frases confusas) puede haber alguna opción de que se les someta a cualquier otra cosa que no sea su propia elección. (oración distorsionada) de lo contrario, tienes problemas perpetuos allí abajo. Me gustaría comentar que, si el agresor gana algo con esto, habría otros cincuenta (palabras confusas) riesgos. Pero creo que estarías encantado si se ocupa Port Stanley sin una muerte. Sería lo más sensato tanto para ellos como para nosotros.

P: Bueno Margaret se que me he entrometido, lo sé, lo sé.

T: No te has entrometido en nada, estoy contenta de que hayas llamado. Voy a hablar con mi gente sobre esto mañana y tal vez podemos hablar nuevamente el viernes.

P: De acuerdo, Dios te bendiga

 

 

Años más tarde, Margaret Thatcher va a comentar que “desafortunadamente” los americanos habían intentado en ese momento reavivar una negociación diplomática

“Hubiera sido completamente equivocado arrancar un derrota diplomática de las fauces de la victoria militar, como tuve que decirle al presidente Reagan cuando me llamó a altas horas de la noche el lunes 31 de mayo. No resultó muy satisfactorio para ninguno de los dos que no se me hubiera dado ningún aviso previo de lo que me iba a decir, y en consecuencia, puede que mi actitud fuera más contundente que amistosa.”, ,recordó Thatcher años después.

 

En su libro “Una vida americana”, Ronald Reagan hizo un comentario sobre esa conversación: “Ella me dijo que ya se habían perdido demasiadas vidas a Gran Bretaña, y no se podía retirar sin una victoria total, y ella me convenció. Entendí lo que quería decir”. Lo que no dijo el presidente es que esa conversación generó una fisura en la relación “especial” que mantenían. Reagan dio muestras de tener una visión diferente del problema en esas horas, olvidándose de aquella consigna que los unía, pronunciada por Margaret Thatcher en su primer contacto personal en Washington con el mandatario norteamericano: “Sus problemas serán nuestros problemas”.

 

 

Al parecer, cuando uno escucha el audio de esa conversación, Reagan aparece dubitativo, tembloroso. Tanto es así que un miembro del Consejo de Seguridad Nacional, presente en la ocasión (no puede ser otro que William Clark o Roger Fontaine), con sarcasmo, dijo: “Sonó más débil que Jimmy Carter.” Para el pensamiento conservador norteamericano de la época, ese comentario era agraviante. Según las memorias del Ministro de Defensa británico, John Nott, las dudas de Reagan contrastaron con la decidida conducta de presidente de Francia: “De muchas maneras, nuestros grandes aliados fueron Mitterrand y los franceses.”

 

 

Del diálogo de los mandatarios de dos potencias occidentales surgen dos observaciones. La primera es que los amigos norteamericanos de los argentinos, y adversarios de Alexander Haig –Jeane Kirkpatrick; William Clark; el presidente de Brasil; el senador Jesse Helms y otros—habían logrado que Ronald Reagan considerara la posibilidad de una nueva gestión diplomática de los EE.UU. que impidiera el choque militar y la humillación a la Argentina. A su vez, como lo hemos visto, el presidente Figueiredo temía que la derrota castrense argentina desestabilizara el Cono Sur. Visiones parecidas tenían Augusto Pinochet (Chile), Alfredo Stroessner (Paraguay) y Gregorio Álvarez (Uruguay).

 

 

En su libro “Memorias de un funcionario de Itamaraty”, el entonces canciller brasileño, Antonio Saraiva Guerreiro, relata que para mayo de 1982 su presidente tenía acordada una visita a Washington. Si Joao Baptista de Figueiredo no iba, seguramente, sería tomado como un “gesto político” y, a su vez, ir era inútil para los dos países (Brasil y EEUU) porque habría un solo tema en la agenda: Malvinas.

 

 

El presidente, entonces, dio un mensaje: “Si hubiese un ataque al territorio continental argentino, los latinoamericanos que apoyan a la Argentina en su reclamación diplomática, se verían obligados a asumir una acción de defensa colectiva.” Una segunda mirada permite tener una clara visión de lo mal informado que estaba el presidente de los Estados Unidos. Imaginar que, ante la derrota del gobierno de Galtieri, pudieran encaramarse en el poder “peronistas de izquierda” era no saber qué ocurría en la Argentina. En 1982, no había “peronistas de izquierda” simplemente porque Juan Domingo Perón los había expulsado en 1974. Ese sector “infiltrado” había dejado de tener vigencia y se había refugiado en el Partido Auténtico, que electoralmente no significaba nada.

 

 

Se considera un documento interno del gobierno norteamericano generado por Luigi Einaudi (funcionario del Departamento de Estado) y Norman Bailey (asistente especial en cuestiones de Seguridad Nacional y miembro del Consejo Nacional de Seguridad), en el que se hablaba de un golpe militar que eliminaría a oficiales de alta graduación y haría un acuerdo con sectores de la izquierda, incluido el Partido Comunista, con una importante gravitación de la oficialidad joven del Ejército.

 

 

Esta información, sustentada por los dos funcionarios norteamericanos, fue enviada a las embajadas de los EE.UU. en Buenos Aires, París, Londres y Naciones Unidas. Tras Malvinas, sus autores mantuvieron vigencia: Luigi R. Einaudi fue secretario general interino de la OEA en 2004. Norman Bailey, tras los años, se transformó en lobista y facilitó la entrada en Washington del canciller de Fernando de la Rúa, y en agosto de 2001 organizó el viaje del senador Eduardo Alberto Duhalde a los Estados Unidos.

 

 

 

Con información de INFOBAE







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