Un reciente vídeo animado de “The Royal Institution” y locutado por la matemática Hanna Fry recuerda que el cero no siempre fue un número.
Fueron los indios los que durante el desarrollo de su propio sistema numérico incluyeron el cero hace más de 1.500 años; Al principio era un punto grueso que se añadía a los 9 dígitos naturales sirviendo para marcar la ausencia de un número. Los babilonios, los antiguos griegos y los mayas empleaban algún tipo de marcador de posición en sus sistemas numéricos, pero no tenían un elemento para el cero y no lo consideraban un número como los indios.
Los avances en India fueron madurando y logrando reconocimiento. El uso del cero se expandió rápido por el este y oeste de China, aunque también fue aceptado por las culturas islámica y árabe. Fue precisamente en estas dos últimas donde el “0” fue decisivo para comerciar y agilizar las operaciones.
Su entrada en Europa se resistió. Los números establecidos por el Imperio Romano estaban muy arraigados y el sistema hindú-árabe fue rechazado y rechazado hasta que en el siglo XIII vieron las virtudes de éste.
El cero tiene dos funciones importantes. En primer lugar, uso como marcador de posición, sin él no sabríamos que 1.000 es mayor que 100. Su segundo papel es como un número en sí mismo, intermediario entre positivo y negativo”.
Hoy en día el cero es una pieza fundamental en el cálculo. De hecho, conforma la mitad del sistema binario (0 – 1) que se emplea en la programación informática. “El cero, una vez más, entró en el centro de atención para demostrar su valía”.